Hoy, 15 de octubre, se celebra el día de la muerte perinatal, el día de la muerte oculta, del duelo silenciado, del dolor negado, del “aquí no ha pasado nada”.
Y es que éste todavía sigue siendo un tema tabú. Como si la muerte de un hijo fuera candidata para ser ninguneada, como si el dolor que se siente no fuera suficiente, ni válido, porque no nació, como si el tiempo que lo hayas tenido contigo fuera la vara para medir el dolor, como si el resto tuviera que dictaminar si puedes o no puedes sufrir.
Y nos empeñamos en dejarnos llevar por la opinión de los demás. Qué pensarán de mí si me ven llorando a mares por un embrión de 9 semanas. Qué dirá la gente si saben que me está doliendo tanto algo tan “pequeño”. Y es que nadie tiene potestad para ningunear el dolor ajeno. Porque solo tú sabes lo que te duele, solo tú sabes los planes que habías ideado con la futura vida que tendrías con tu bebé. Solo tú sabes el tiempo, esfuerzo y dedicación que habías invertido en llegar a quedarte embarazada. Solo tú sabes qué te transmitía ese ser y cuán feliz te hacía llevarle dentro.
Así que sí, llora, cuéntalo, escríbelo, exprésalo, grítalo si hace falta, pero no te anules. No te guardes ese dolor para ti sola. Basta ya de ocultar los primeros 3 meses de embarazo para no tener que admitir que ya no está dentro de ti, que ya murió. Porque murió. Un día escuché a alguien decir que cuando una persona le decía “perdiste a tu bebé” ella le contestaba “no lo perdí, se me murió”. Porque que tú lo hayas “perdido” te hace, en parte, culpable. Como si tú hubieras hecho algo mal, como si no te hubieras cuidado lo suficiente, como si tú estuvieras defectuosa.
Que un bebé muera en el vientre de su madre no solo no es culpa de la madre, sino que es tan común que solo cuando te pasa y lo cuentas te percatas de cuánta gente a tu alrededor lo ha vivido. Y no lo han dicho. Porque no han querido ser ninguneadas, porque no han querido que la gente insinuara que fue culpa de ellas y porque no querían escuchar las típicas frases del positivismo tóxico del que yo tanto hablo: “todavía eres joven”, “menos mal que fue ahora y no cuando fuera más grande”, “bueno, mujer… todavía tienes oportunidad”, “si total, todavía no tenía todos los órganos formados”, “tienes suerte, a una amiga mía le pasó que se le murió cuando nació”...
Por favor, gente del mundo, desarrollemos y trabajemos la empatía y respetemos el dolor ajeno. El sufrimiento por la pérdida de alguien o algo solo la puede valorar quien la pierde. Limitémonos a simplemente escuchar y acompañar, asumiendo que la realidad que al otro le ha tocado es una mierda, apoyando, validando y reforzando sus sentimientos, secando sus lágrimas o prestando tu abrazo para reconfortarla.
Haz el favor de no poner en orden los valores del resto según tu propia balanza. Haz el favor de no restar importancia al dolor ajeno. Porque si existe algo más triste que afrontar la muerte de un bebé que llevas dentro, es tener que afrontar esa muerte en silencio, sin apoyo y llorando en silencio para no sentirte ridiculizada.
A ti, mamá, papá, familia que has pasado por este proceso, te mando todo mi cariño y te invito a buscar ayuda con un profesional especializado en psicología perinatal, para comprender y afrontar este duelo con todo el respeto y el valor que se merece.
Escribir comentario